Hacía tiempo que no hacía la compra on-line. Desde que tuve una serie de encontronazos con Carrefour on-line, pionero en la venta por Internet de productos de alimentación en nuestro país, decidí que aunque fuera contra mis principios de internauta de pro, volvía al método tradicional; esto es a gastar dos horas del sábado carro en mano con paciencia y alegría. Pero ayer, iluso de mí, y después de que un compañero me hablase de lo eficaces que eran los de Mercadona me animé a volver al redil. Craso error pues como les contaré perdí una hora y lo que es más importante, la confianza en esta gigantesca cadena de alimentación.
La primera impresión de Mercadona.es es que es una web del siglo pasado, auténtica 1.0. Ni una sola foto descriptiva (los únicos gráficos, los iconos de la home), menús de estética prusiana, usabilidad mínima (si no introduces la dirección con www te lleva a enlace roto) pero al menos es rápida. Si conoces los productos -que indudablemente son muy competitivos, al César lo que es del César- uno hace el pedido ágilmente. Eso sí, antes hay que gastar un buen rato en darse de alta como cliente, dar todos los datos básicos y asumir unos costes de envío de 7,21 euros (los más altos del sector).
Pues bien, después de gastar una hora en hacer el pedido, de dar todos mis datos, de cerrar una fecha de entrega para dentro de cuatro días (no había antes), de pagar con mi tarjeta Visa, recibo al rato una llamada tosca de una operadora contándome que no pueden servirlo, que la zona donde vivo de Madrid -Arturo Soria- no está en la zona de cobertura de Mercadona y que por tanto dan por anulada la orden de compra. Ante mi asombro por no avisarme de esto antes de hacer el pedido y sobre todo pagar, me dice que está en las condiciones generales el derecho a no repartir un pedido. Que lo sienten mucho. Y punto.
Más lo siento yo por el tiempo perdido. La verdad que en pleno 2011, con un comercio electrónico en España que parece que es lo único que crece, no me parece de recibo que el líder de la distribución las gaste así. ¿Tanto cuesta desarrollar una aplicación que al introducir la dirección avise al usuario que su calle no está en la zona de cobertura y le evite perder el tiempo y la mala sensación de inseguridad de dar los datos de la tarjeta de crédito? En fin, me parece una vergüenza y más en una empresa de la talla de Mercadona. No entiendo cómo con la comunidad de clientes fieles con los que cuenta tenga tan olvidado el capítulo on-line. En fin, volveré dentro de un par de años a ver si han mejorado en este aspecto. A ver si toman nota.
Al final, por no renegar de mis principios y sobre todo por quitarme la compra del mes, volví a Carrefour on-line que dicho sea de paso ha mejorado la usabilidad de su web y por supuesto muestra fotos de todos los productos. Hice un pedido de los que dejan tiritando la Visa. Espero que cumplan tanto en la entrega -dos días de plazo- como en la presencia real los productos adquiridos. Ya os contaré.
Pingback: Madrid Hifi, donde no comprar en Internet | MuyObservador()