Invitado por una buena amiga, el pasado viernes -un día antes de que el Inter tocase la gloria en la final de la Champions- asistí a una interesante charla-almuerzo con Pier Luigi Collina, antaño famoso árbitro internacional y hoy embajador de MasterCard, las tarjetas de crédito que patrocinan la actual copa de Europa de fútbol.
Pier Luigi Collina destacó en los terrenos de juego por su personalidad y por su capacidad de generar espectáculo haciendo bien su trabajo. Es posiblemente el árbitro más popular de la última década. Sus tres minutos de gloria, como bien recordó en la charla fueron en la final de la copa de Europa del 98, celebrada en Barcelona, donde el Manchester le dio la vuelta al partido que perdía contra el Bayern en el tiempo de descuento. Y es que esta es una de las reglas del fútbol, de los negocios y de la vida. Hasta que no se pita el final no se puede cantar victoria. La otra conclusión, más futbolística, es que al Bayern no le sienta nada bien España.
Collina también deslumbró por el impacto económico que supone la Champions League, una fórmula a la americana de conjugar deporte y espectáculo que se ha convertido en toda una fábrica de billetes. Por dar una idea, sólo la final de ayer generó más de 50 millones de impacto económico para la comunidad de Madrid.
La toma de decisiones bajo ambientes de presión, la soledad del árbitro, la importancia de las reglas, el trabajo en equipo, la importancia de la preparación y el entrenamiento… Collina desgranó las cualidades de un buen árbitro para compararlas con las de un directivo. El paralelismo es muy grande.
Para acabar, Collina dejó claro que por mucho siglo XXI en el que estemos la tecnología no va a revolucionar el arbitraje. Perdería la esencia humana. como mucho habrá más árbitros en la cancha, en la línea del piloto que se hizo en la Europa League con un ayudante en cada portería. Pero de cámaras nada.
Buen comunicador en perfecto castellano, Pier Luigi consiguió en la charla -como en su vida profesional- algo muy difícil cuando se compite con los grandes astros del balón: respeto.