Hoy Facebook ha comunicado que ha alcanzado los 250 millones de usuarios registrados, una comunidad viva casi tan grande como toda Europa. Y lo más sorprendente del caso es que lo ha logrado en tiempo récord. Si en agosto del 2008 anunciaba que había superado la mítica cifra de los 100 millones, en este abril alcanzó los 200 millones. Y en sólo 3 meses 50 millones de usuarios más. A este ritmo, los 300 millones de usuarios caerán bastante antes de que nos comamos el turrón. ¿Dónde está el techo?
Pero aún hay más. Los usuarios en Facebook cada vez consumen más tiempo en la Red. Para muchos es ya su medio de comunicación favorito. Y como muestra un dato. El otro día que fue mi cumpleaños recibí muchas más felicitaciones vía Facebook que por los canales habituales: teléfono, mail o SMS. Facebook es el presente, la red social por excelencia como hace tres o cuatro años Messenger era sinónimo de chat.
A mi personalmente no me emociona Facebook. Incluso me preocupa la actitud alocada de muchos usuarios que mezclan contactos personales con profesionales, desvelando muchas intimidades de las que, seguro, el día de mañana se van a arrepentir. Pero no somos conscientes de las huellas digitales que vamos dejando en la Red y eso que cada vez somos más los que rastreamos los perfiles de las personas con las que vamos a tener relación profesional.
En fin, eso es otro debate. Lo cierto es que la red que creara Zuckerberg en 2004 muestra que la sociedad de a pie ha asumido esta nueva forma de estar conectados, como en su día adoptó el móvil o el correo electrónico. Y es por supuesto un canal promocional y publicitario todavía sin aprovechar todo su potencial. Pero a este ritmo de crecimiento y con las horas diarias que gastan los usuarios en Facebook, apretará y mucho a Google y su Adsense e incluso a la publicidad convencional que todavía cree en la rentabilidad de la televisión. Tiempo al tiempo. Por ahora, según el mercado bursátil, “sólo” vale 6.500 millones de dólares, algo más de 25 dólares por usuario, una valoración muy justita aunque no están los tiempos para alardes.