La verdad es que el trabajo se lleva mejor con estas desconexiones parciales que de cuando en cuando salpican el calendario. Y si encima mezclan ocio y negocio, mejor que mejor. Este es el caso de este fin de semana, que toca carreras en Montmelló. O el pasado, en el modernizado balneario de Panticosa (Huesca), donde disfruté de un “Family Weekend” espectacular de confraternización entre empresarios de Madrid y Barcelona. Ni la paliza futbolera que dió el Barça al Madrid en el Bernabeu rompió el buen rollo.
Pero lo dicho, este fin de semana a las carreras cortesía de LG, el fabricante coreano que ha apostado muy fuerte este año como patrocinador oficial de la F-1. No es que sea un apasionado de la Fórmula 1 -de hecho, me pierdo con el tema de los spoilers, repostajes, nuevas normativas y reglajes- pero sí me llama la atención la tecnología que rodea a este mundillo. De hecho, el propio seguimiento de una carrera, repleta de inverosímiles cámaras, sería impensable sin el uso intensivo de la tecnología. Sin olvidar el tema de cronos, tiempos, vueltas rápidas y demás que es lo que hacen mantener un poquito el interés al espectador de a pie. Porque el otro, el fanático, con el ruido y el olor a combustible, va pagado.
En fin, que a disfrutar del glamour de la F-1, todo un fenómeno global. Precisamente, este poder mediático es una de las razones por las que las grandes marcas de tecnología, además de por incuestionables motivos de marketing, están aponyando este circo. Acer, LG, Intel HP, AMD, SAP por citar algunas, están o han estado muy relacionadas con este mundo. En fin, ya les contaré que es lo que veo entre bastidores. Y a ver si Alonso hace podio, que ya toca.