Ayer gasté el día en el recinto ferial de Ifema de Madrid donde pude ver la cara y la cruz de dos mercados en los que me muevo. En el pabellón 6 se celebraba Siti-AsLAN, la feria de las comunicaciones y el networking y en el 2 OME, el encuentro del marketing digital. Aslan, todo un clásico del sector tecnológico, recogía además el testigo indirecto de la no celebración del SIMO. Aún así, en los 50 stands que más menos poblaban el pabellón se palpaba la austeridad y a nivel de público, qué decir, no había achuchones. Aún así, estaban casi los que pitan en el negocio de las comunicaciones, uno de los más estables dentro del informático.
En OME, en cambio, el ambiente era mucho más festivo. De acuerdo que una feria dedicada al marketing tiene que ser más extrovertida y original que una dedicada al hardware. Pero es que por los pasillos había agobios y se hablaba, casi, más inglés que español fruto de una una nutrida asistencia europea. Además OME contaba con un extensísimo programa complementario con conferencias de primera línea e, incluso, una party dedicada al otro “networking”. Vamos, una feria con tres o cuatro ediciones a cuestas, pero claramente emergente.
Y en medio, en el pabellón 4, se celebraba la feria del Gourmet que, aunque profesionalmente no iba con mis intereses, no pude resistirme a dar una vuelta. Y os aseguro que, en cuanto alegría, visitantes y stands de lujo ganaba por goleada al Aslan e incluso al OME. Había famosos, regalos, azafatas con gancho, tapas degustación… Vamos, una feria para agendar para el año siguiente. Y es que mucha crisis, pero la alimentación, incluso la de lujo, es un valor seguro.