Por lo menos algo bueno tienen que traernos las crisis. El hacernos más austeros en nuestros hábitos consumistas, el cortarnos con la gasolina o la electricidad (aunque sólo sea por el bofetón de la factura) o el agudizar el ingenio en el desarrollo de productos más verdes, y que por tanto consuman menos, son los efectos colaterales positivos de las recesiones.
En esta crisis, la primera en serio del siglo XXI, el concepto producto verde se está consolidando de verdad. Lo que antes, aunque no lo reconozcan muchas firmas, era una moda para que los fabricantes pudiesen ponerse una medalla en esa comunicación social y responsable de compañías ricas, es hoy una de las fórmulas de marketing más eficaces. Y dentro de muy poco un requisito imprescindible para que no te echen del mercado. Y es que son los consumidores quienes reclaman el producto ecológico. Además de prestaciones y diseño, se fijan y mucho en lo que consumen las cosas, ya sean coches, neveras u ordenadores.
En el terreno tecnológico se ha mejorado mucho en este sentido con procesadores y componentes de bajo consumo, pantallas planas inteligentes que gastan la mitad… y la tendencia a usar portátiles que, desde este prisma, son como los utilitarios. Nosotros, en MuyComputer, nos fijamos y mucho en el aspecto del consumo a la hora de evaluar cualquier tipo de producto.
El gran reto está en los automóviles que, además de contaminar el planeta, están consumiendo a marchas forzadas el poco petróleo que nos queda. El movimiento hacia los coches híbridos es imparable. De ser un escaparate de prototipos a convertirse en una realidad, apoyada incluso por medidas gubernamentales que priman este tipo de vehículos. Es verdad que todavía siguen siendo caros, pero empieza a ver una oferta sólida, dominada, cómo no, por los fabricantes japoneses. Posiblemente nuestros próximos carros sean verdes, sobre todo cuando sean recargables en nuestro garaje desde un simple enchufe.
Y es que la ecología no es sólo montar un motor eléctrico paralelo. Va desde los procesos de fabricación hasta el reciclaje final de piezas, pasando por los techos/paneles solares.. Por no hablar de la electrónica, vital para este ahorro global de energía.
En fin, que ajustarnos el cinturón nos puede servir para ser conscientes de que los recursos no son infinitos. Y eso siempre es bueno.
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