Ayer vine de la Campus Party, posiblemente el encuentro tequi más importante del mundo, y la verdad es que me impresionó un montón. Hacía casi diez años que no asistía a una concentración de este tipo (desde los gloriosos tiempos de la Euskal Party, que por cierto todavía sigue dando guerra pero sin tanto boom mediático), pero el viaje a Valencia mereció la pena. Entendí porqué la capital del Turia se ha convertido en la última semana de julio en la meca de los usuarios entusiastas de la informática. El que prueba repite.
Y es que valgan unos datos para dimensionar la Campus Party: 60.000 metros cuadrados repartidos en dos grandes salas con capacidad para 3.000 ordenadores cada uno, salas de ocio y videojuegos, dos pabellones de descanso para montar la tienda de campaña, 80 kilómetros de cable convencional y 10 kilómetros de fibra óptica, 7,5 GB de ancho de banda…. Aquí no se surfea por la red, se vuela. Uno se hace una idea de cómo debe ser el Internet que nos espera.
Y una organización exquisita, gracias al apoyo institucional y de las grandes empresas y a cerca de 200 voluntarios, que facilita el buen ambiente. Por poner un pero, según me contaron los campuseros veteranos, la escasez de duchas portátiles. Pero por lo demás, un sobresaliente.
El ambiente es festivo. Los tuneros se dejan ver con sus torres espectaculares que enseñan con orgullo. Y los juegos on-line, con el ya clásico Quake a la cabeza, siguen despertando pasión. Por no hablar de las descargas, auténtica razón de ser para muchos campuseros que vienen armados de discos portátiles para intercambiar en cuestión de minutos las últimas series americanas o los estrenos en Blue Ray.
Pero también hay espacio para los blogueros, los programadores, los amantes del software libre… Eso sí, los campuseros suelen agruparse en torno a clanes. Andan juntos pero no revueltos.
A pesar de los intentos de la organización de dotar a la Campus de un buen programa de conferencias (este año, cerca de 300 horas de charlas y microtalleres) no es ese el principal atractivo del encuentro aunque sí el mejor altavoz mediático. Me llamó la atención que durante la charla de Tim Berners-Lee, el inventor de la Web, no se llegase al centenar de oyentes, la mayoría medios de comunicación.
La Campus no es un espacio 2.0, aunque también hay blogueros y programadores de guante blanco. Predomina el hardware contundente, el modding, la informática más dura en todos sus sentidos. Porque es duro estar, como la mayoría de los campuseros, siete días non stop a base de snacks, Red Bulls y sandwichs. Pero como he dicho al principio, el que prueba repite.
En MuyComputer hemos elaborado una crónica de urgencia sobre la Campus Party de este año. Si estáis interesados en descubrir el espíritu del campusero o cómo es un día en el recinto ferial de Valencia no os lo perdáis.