He gastado el puente de San Isidro en Casablanca (Marruecos) y vengo encantado de redescubrir a nuestros vecinos del sur. Aunque cuatro días dan para poco, sobre todo si se viaja como es mi caso acompañado de mis tres hijos, me ha servido para pulsar la temperatura de un país con ganas de apuntarse al ritmo europeo pero manteniendo sus señas de identidad.
Suelo ir asiduamente a Marruecos y por eso sé lo que me digo. Me fascina que a poco más de una hora de avión haya un cambio tan radical de paisaje cultural, una fusión entre occidente y el mundo árabe. Esta vez he estado de ocio y negocios (de mi mujer) y he descubierto otro Marruecos mucho más activo y competitivo de lo que la mayoría de los españoles piensan. Empresarios inquietos de adoptar modelos europeos, personal muy cualificado que encima habla idiomas, más kilómetros de autopistas… y menos burros. Además, el español es bastante popular en entornos de negocio.
Eso sí, en la cultura marroquí no hay espacio para SGAEs ni cánones ni propiedad intelectual. Se copia todo; películas, programas de ordenador, tarjetas de televisión para ver Canal Digital, vídeojuegos para Wii, PS2… Visitando un popular mercadillo de Casablanca he visto hasta iPods falsos a 35 euros. Por fuera dan el pego, pero cuando los enciendes cantan a la legua, Y en el terreno del software, todo a un euro, Desde la última versión de AutoCad hasta el Service Pack para Wiindows Vista.
Claro que esto les sirve para estar al día en tecnología. Las redes WiFi abundan por el país. En telefonía están casi como nosotros con sus Blackberrys y móviles 3G y las tiendas de informática abundan.
En definitiva, Marruecos debe ser nuestro gran aliado en el mundo árabe. Les queda mucho por hacer, entre otras cosas redistribuir mejor la riqueza (los ricos son muy ricos y los pobres muy pobres, pero casi no hay clase media) pero ganas no les faltan. Y encima son mucho más competitivos, salarialmente, que nosotros los europeos. Ojo al dato que las multinacionales ya llevan tiempo dándose cuenta de este factor.