La verdad es que es un lujo visitar Doñana de la mano de la plana mayor de WWF. Este fin de semana he tenido la oportunidad, con mi familia, de ver a fondo este parque natural, remontar el río Guadalquivir y convivir con el staff de esta ONG y la verdad es que he venido un poco más descargado de tanta tensión y tanta dependencia tecnología. Cada planta, pájaro o animal de este parque esconde una larga historia que, bien narrada, engancha a cualquiera y conciencia a casi todos.
Por promesa familiar he estado dos días y medio fuera de circuito. Y qué bien sienta. Sin móvil, ni wifis. Ni me he enterado de los nuevos ministros, ni de los resultados de fútbol. Eso sí, cuando llegué a casa, sobredosis total, sesión doble de peinar correos, visitar blogs y ponerse al día en noticias. Lo cortés no quita lo valiente.
La WWF, organización seria que se gestiona como una empresa seria y obtiene unos resultados y una capacidad de influencia que muy pocas ONG han conseguido, es un ejemplo a seguir. En España cuenta con 4.000 voluntarios activos (de los que van a plantar árboles los fines de semana) y decenas de miles de donantes privados, el secreto para mantener la independencia ante tantos intereses políticos y empresariales. No buscan el poder y lo tienen, porque toda campaña (como la del lince que ilustra este post), está cimentada en el sentido común y en los estudios de campo de una comunidad científica comprometida. Vamos, que ayudarles es como una especie de inversión para dejarles a nuestros hijos un planeta mejor.
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