Leo en el blog de Emilio Márquez, viejo conocido y uno de los impulsores del networking en este país, un post sobre como se le inunda la bandeja de correo a la que está dos días descuidado o saturado por otros frentes. La mayoría de los mensajes, dice, provienen de las redes sociales a las que está apuntado: Facebook, Neurona, Xing... Además, muchos de estos mails son a listas de distribución y rozan la frontera del spam. Son del tipo, “acabo de publicar una entrada en mi blog. Please, léeme.”.
Creo que sin tener una vida social virtual tan potente como la de Emilio, sé de lo que habla ante el desbordamiento de la información que nos llega por los más variados canales. A mí, además del mail profesional (suelo pasar ampliamente del centenar diario debido, sobre todo, a las notas de prensa) me descoloca mi lector de blogs, Google Reader, cuando a la que me descuido un poquito, aparece el símbolo +1.000. Más de mil post sin leer, la mayoría insulsos, pero que debería peinar.
En ese instante pienso que llega el momento de decir basta. De mandar a la papelera la mayoría de los mails sólo por el asunto, poner a cero el contador del Reader, olvidarse del maldito Twitter, desconectarse por unos días de los Plaxo, Linkedin, Neurona, Facebook y demás redes en las que nos hemos enganchado un poco porque nos gusta estar en la onda y otro poco porque sino parecemos unos retrógrados. Incluso de apagar el ordenador e irse al cine o a al patio con los niños dejando el iPhone en casa. no vayamos a tener tentaciones de conectarnos y volver al redil digital .
Eso sí, a la mañana siguiente, vuelta a a empezar, a tener bien ordenaditos nuestros mail, feeds, blogs que seguimos, conversaciones en las que participamos… Porque sino sufriremos otro desbordamiento fatal en pocos días. Y es que estoy enganchado a esto de los bits y los bytes.
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